Qué piensa Pacma y qué dice en su programa electoral: más allá de la prohibición de los toros y la caza

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El partido animalista Pacma se gastó 3.000 euros en la campaña electoral de las últimas elecciones andaluzas de 2018. Entre los comicios de 2015 y 2018 ha pasado de 30.000 a 69.000 votos. Es decir, se ha llevado un 1.93% del total de los sufragios de la región. Yéndonos al conjunto de España, en las generales de 2016 consiguieron 286.000 votos en su ascenso lento pero seguro desde su fundación en 2008. Para contextualizar, en aquellas mismas elecciones Vox sacó 47.000.

Pacma son ya la primera fuerza extraparlamentaria del país, un partido que no para de crecer y mira con ilusión su posible entrada al Parlamento Europeo en 2019 y que está a un paso pequeñísimo de entrar al escenario político. Estas son sus propuestas.

Una aproximación a la equiparación legal de animales y humanos 

Como era de esperar, el objetivo principal del partido animalista, lo que ocupa la mitad de todas las páginas de su propuesta, es mejorar la vida de los animales, también descritos como “seres vivos sensibles” o “individuos”. No por nada su eslogan es “su voz, tu voto”.

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Entre sus principales puntos del programa está una batería de medidas que cree un cuadro legal completo para acercar los derechos de los animales a los nuestros, a saber: una ley marco de Protección y Bienestar Animal, una fiscalía general y especializada contra el maltrato animal, un observatorio y un defensor de los animales. 

Pedirían a Medio Ambiente que incluya una dirección sobre el maltrato animal. Buscarían endurecer las penas por maltrato de forma que, al contrario de como ocurre ahora, no sea casi imposible entrar en la cárcel por cometer estos actos. De la misma forma, se haría un registro de inhabilitación de tenencia de animales (sólo accesible para la policía y otros entes públicos) para aquellos que tengan antecedentes de maltrato.

También quieren derogar de forma inicial todas las leyes sobre qué constituyen o no animales peligrosos para hacer nuevos estudios sobre la potencial peligrosidad para desestigmatizar a razas de perros. Desde su punto de vista, muchos de estos animales no son agresivos, sino que sus dueños los entrenan así.

También buscan proteger especialmente a animales como el lince, el lobo o el gato montés.

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Todo lo que gira en torno al sacrificio de animales tendría que cambiar, también en casos en los que se los mata por protocolos sanitarios de prevención y bioseguridad o por limitación de las especies invasoras, término que consideran “discriminatorio e injusto”. Antes que exterminar a cualquier animal, habría que intentar curarlo o reubicarlo, según proceda. En las carreteras habría que instalar túneles y pasos elevados para que transiten los animales y evitar así miles de atropellos al año.

El día a día con las mascotas

Las mascotas siguen suponiendo para ellos una categoría especial y diferenciada dentro del resto de animales. Las protectoras de animales y los santuarios ganarían financiación e importancia (serían entidades de utilidad pública), desincentivarían enormemente la compra-venta de animales (que fomenta la industria de las razas) y se prohibiría la importación de animales exóticos. 

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Están en contra de cualquier tipo de mutilación animal, salvo la esterilización, que para el caso de las mascotas defienden, y la portación de chips, que en el caso de perros y gatos sería obligatoria.

También incluyen otras cláusulas que favorecen la tenencia de mascotas, como una rebaja fiscal de veterinarios, ayudas públicas para familias sin recursos con animales a su cargo, bancos de alimentos para animales para familias pobres, la especial protección de los animales en entornos de violencia doméstica y la creación de residencias de animales en espacios de la Administración.

A diferencia de su programa de 2016, en la reciente propuesta andaluza también contemplaban la inclusión de una serie de obligaciones mínimas para la tenencia de animales.

Repensar toda la industria alrededor de la vida animal 

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Esto implica la prohibición de experimentación en animales, el cierre de las granjas peleteras, las del foie grass, los espectáculos cirquenses, los acuarios, zoológicos y cualquier negocio que implique el uso de los mismos que pueda causar “algún grado de maltrato físico o psíquico”. 

Evidentemente, prohibición de la caza, de la pesca y de los toros (todos los toros: "encierros, novilladas, rejoneos, sueltas de reses, tentaderos, herraderos, capeas y becerradas").

La industria cárnica: no prohibirla, pero sí desincentivarla enormemente

También por todo esto, y por su componente ecologista, las explotaciones ganaderas, avícolas y cunículas están en el punto de mira. Proponen retirarles las subvenciones, aumentar los impuestos de estas explotaciones y endurecer las medidas para que los animales sacrificados para explotación tengan mejores vidas. 

También prohibirían métodos de sacrificio halal y kosher. El bienestar animal está por encima de las prácticas religiosas.

No proponen eliminar las dietas omnívoras, pero sí empujar hacia este camino incorporando medidas para rebajar su presencia, como con un "impuesto climático a los productos de origen animal", campañas promocionales públicas, en comedores y en la escuela del veganismo.

Pacma, el partido verde

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Para ellos es tan prioritario el cuidado animal como el del planeta. Entre sus propuestas a este respecto hay muchas, si no todas, de las clásicas reivindicaciones de los verdes, como la protección de los ríos, mejorar la ley de parques naturales y costas, prohibición de energías contaminantes, el fomento de las renovables (que, para ellos, deberían ser el 100% del poll de aquí a diez años) y la progresiva sustitución de los coches actuales por eléctricos y por un mayor uso del transporte público.

Destacan, eso sí, tres peticiones verdes que siguen más o menos en disputa dentro del sector: no a las nucleares, no al TTIP y no a los transgénicos.

Políticas de izquierda

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Aunque no todos los partidos animalistas de europa son izquierdistas (como ejemplo contrario tendríamos al partido animalista danés), en el caso de Pacma sí lo son. Los puntos 4 a 8 de su programa se dedican a sus ideas sobre la organización humana, los puntos habitualmente más tratados por el resto de partidos, y de ahí se extrae que su visión es, en general, de izquierda socialdemócrata, aunque con algunos puntos más o menos rupturistas. 

Defienden:

Una transición urgente hacia un siste­ma económico nacional e internacional que entienda que a la economía no solo le atañe la gestión del dinero y los capitales, sino que sepa y asuma que toda actividad económica se inserta en un entorno físico-natural y en un contexto social.

Así, entienden que diversos aspectos del actual sistema económico deberían empezar a incluir cuestiones como la sostenibilidad medioambiental o el bienestar individual antes que los intereses financieros o el mero crecimiento del PIB.

Piden, entre otras cosas, una mayor democratización del Banco Central Europeo, más banca ética, mejorar la progresividad del IRPF y luchar contra la evasión de impuestos, apoyo al turismo rural, fomentar la creación de nuevas empresas y el crecimiento de las PyMEs (aunque sólo en las que se cree mayor cantidad de trabajo con el objetivo de reducir así el desempleo). También apoyan las tasas de transacciones financieras.

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Para Cultura, Sanidad, Educación e Igualdad buscan la mayor dotación económica de estas áreas, pero sin pedir medidas concretas distintas a las esperables por parte de partidos progresistas. Sorprende, tal vez por lo escueto de su apartado, lo tocante a políticas migratorias, para las que sólo piden su inclusión en el sistema sanitario y una vaga alusión a la necesidad de revisar la política migratoria española.

Pacma no parece tener demasiado interés ni en la cuestión identitaria-territorial de España ni en las políticas internacionales, más allá de un ánimo generalizado a la búsqueda de mayor compenetración en la lucha contra el fraude fiscal y la defensa del medio ambiente.

Un nuevo marco político: una persona un voto y fuera diputaciones

Uno de los más desarrollados dentro de su proyecto y uno de los que más le diferencia de otros partidos.

Buscan elaborar una nueva Constitución Española, principalmente para “dotar de rango constitucional los Derechos de todos los animales como ya existen en otras Constituciones europeas”.

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También quieren modificar las circunscripciones electorales, el sistema de distribución de diputados y el sistema D’Hont y sustituirlo por fórmulas que palien la actual infrarrepresentación de los partidos nacionales más modestos o de mayor apoyo urbano que perjudica, justamente, a partidos como Vox, Podemos o Pacma.

Para corregir el posible efecto de infrarrepresentatividad de los territorios proponen una modificación del Senado que haga más tangible su labor de debate de las cuestiones autonómicas.

De paso proponen otra medida de adelgazamiento del Estado: eliminar las diputaciones provinciales, que, según Pacma, “duplican las funciones y competencias de las propias comunidades autónomas”. Pero para que el Estado provea de las funciones que actualmente ejecutan las diputaciones pretenden crear otro “órgano paritario de colaboración” entre el Gobierno de cada Comunidad Autónoma y las entidades locales “que no suponga la creación de una nueva estructura administrativa sino el compartir servicios, reducir gastos y mejorar en eficacia”. La idea es darle más peso de gestión a los ayuntamientos.

Aparte incluyen otras medidas generales, como una reforma de la ley de partidos que ayude a los partidos pequeños, una ampliación de las leyes de transparencia, la derogación de acuerdos con la Iglesia Católica y la eliminación de la Ley de Seguridad Ciudadana del PP.

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Pacma es un partido de objetivos limitados y concretos. No son plenamente transversales, como la mayoría de partidos que conocemos en España, sino que buscan un tipo de electorado "marginal" y "concienciado" y por eso muchas veces se ha considerado su voto como el del desafecto de la política mayoritaria o de castigo hacia otras formaciones. Son, para nosotros, más una agrupación de manifestantes que se organizan para protestar contra casos concretos de maltrato animal que una fuerza política seria, efecto también de la escasa cobertura mediática que se hace de este partido habitualmente.

Pero así se veía también a los partidos ecologistas, cuya agenda no se creía de suficiente calado para la ciudadanía hace décadas y que ahora algunas de sus formaciones (caso del Due Grünen alemán y austríaco o de Los Verdes que optan al Parlamento Europeo) tienen una fuerza parlamentaria incuestionable. El fenómeno político del animalismo crece en Europa. Pacma es otra prueba de ello y, dada su trayectoria, es posible que den la sorpresa en las próximas elecciones.

Fotos: Pacma, Flickr/Pacma, Dani Logar

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