Reino Unido creía haber tocado el fondo de su crisis económica tras el Brexit. Se equivocaba

Liz Truss reino unido
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Desde que el Gobierno de Reino Unido ha dado a conocer el mayor recorte de impuestos desde 1972 (con pocos detalles sobre cómo piensan financiarlo), la libra se ha desplomado a su nivel más bajo frente al dólar y el coste de asegurar la deuda se ha disparado al nivel más alto desde 2016, con el Banco de Inglaterra viéndose obligado a intervenir por el temor en torno a los fondos de pensiones. El país se encuentra al precipicio de una crisis financiera de grandes magnitudes que amenaza con acelerar una recesión. Y claro, los propietarios de viviendas y las empresas van a ser quienes acaben pagando el precio.

Menos impuestos, más deuda. La decisión de la Primera Ministra, Liz Truss, de aplicar el mayor recorte fiscal en 50 años y cubrirlo con préstamos justo en un momento de gran inflación (su máximo en cuatro décadas) ha sacudido los mercados. Y ha suscitado la preocupación de los economistas del mundo, que básicamente defienden que la política fiscal no debería funcionar a la contra de la política monetaria. Estas medidas elevarán el déficit presupuestario del país al 4,5% del PIB a medio plazo, según Bloomberg, poniéndo la carga de la deuda en un camino farragoso.

Cómo se financiará, la duda de todos. El plan del Gobierno, ambicioso donde los haya, quiere anular la última subida del impuesto de sociedades, destopar los bonus a los altos banqueros y una reforma a la baja en el impuesto sobre la renta. Este "acto de generosidad fiscal", sin fondos, tiene muchas dudas. Principalmente, el gobierno aún tiene que responder a cómo cubrirá los préstamos para financiar los recortes de 45.000 millones de libras y más de 60.000 millones adicionales para su programa destinado a compensar el reciente aumento en las facturas de energía.

El Banco de Inglaterra, al rescate. La institución se ha visto obligada a lanzar una intervención de urgencia para intentar estabilizar los mercados financieros y frenar la caída de la libra. Ha anunciado que comprará bonos a largo plazo, previsiblemente hasta el 14 de octubre. "Las adquisiciones se producirán de un manera ordenada y fluida, hasta que se considere que los riesgos para el funcionamiento del mercado han disminuido", advirtió.

Lo hacen porque si la situación en este mercado empeorara, habría un riesgo importante para la estabilidad financiera del país y ante su clara volatilidad, cuya rentabilidad ha pasado del 3,84% al 4,43% en apenas dos días. Además, como defensa ante el riesgo cada vez mayor de que otros sectores se contagien, como un posible encarecimiento de las hipotecas que ya afecta a los hogares y a las empresas.

Crisis en el mercado inmobiliario. Mientras, los británicos se enfrentan a un aumento en los costes de los préstamos, algo que podría desencadenar una crisis inmobiliaria y agudizar una recesión. Entre otros efectos, la caída de la libra y el aumento de los tipos de interés podría provocar una caída del precio de las viviendas de un 10% a un 15%, en contraste con la imninente subida de las hipotecas. Los analistas ya advierten de que se trataría de un derrumbe inmobiliario comparable al de la crisis de 2008.

"Aún no lo sabemos, pero los tipos llegaran a subir a un 6% o 7% en medio de la crisis del coste de la vida, la situación sería desastrosa. Estamos ante un riesgo real de que la gente pierda su trabajo y después sus casas", advertía Neal Hudson, analista de BuiltPlace en este artículo de Fortune. Ya se están observando las primeras consecuencias: el pánico de las hipotecas ha originado un repliegue por parte de los grandes bancos, que han retirado del mercado más de 360 productos financieros a bajos intereses, ante el temor de un nuevo aumento de los tipos.

El estirón de orejas del FMI.  El Fondo Monetario Internacional, que recordemos acudió al rescate de Reino Unido en 1976, ya ha pedido al gobierno que reconsidere sus recortes de impuestos. En primer lugar, considera que la medida es inadecuada en la actual situación inflacionaria en la que nos encontramos y, en segundo lugar, sostiene que "probablemente incrementará la desigualdad" al favorecer a los ricos.

Por eso, recomienda al Gobierno británico "sopesar formas de brindar un apoyo más específico y reevaluar las medidas fiscales, especialmente aquellas que benefician a las personas con altos ingresos". Sin embargo, su ministro de Economía, Kwasi Kwarteng, defiende su estrategia de crecimiento, basada en bajar impuestos sobre todo a los ricos y a las empresas. La razón versa en el cambio de ruta del partido, que cree que acierta en considerar que la recesión es un mal mayor que la inflación y acusan al FMI de promover políticas demasiado convencionales.

Imagen: GTRES

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