Un sacerdote de vuelta a la ciudad, o por qué la epidemia de ébola ya es una "emergencia global"

Ebola
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Cuando la Organización Mundial de la Salud dio por finalizada la epidemia de ébola hace tres años el contador de víctimas superaba las 11.000, la mayor parte de ellas en África Occidental. Se trataba de la mayor epidemia del siglo XXI, una capaz de desestabilizar a una de las regiones más empobrecidas y con menores recursos del planeta. Hoy, seis años después de que se identificaran las primeras infecciones en Liberia, África se asoma a otra fatal epidemia de ébola.

El origen. En esta ocasión la localización es distinta. El foco se concentra en el este del Congo, en la frontera con Uganda y Ruanda, en la región de Kivu. Su origen se remonta a agosto del año pasado, cuando se detectaron los primeros casos, pero no ha sido hasta esta semana cuando la OMS ha declarado el "estado de emergencia global". ¿El motivo? Por primera vez, el virus ha matado a una persona en una gran ciudad, Goma, de 1.000.000 habitantes.

El portador. Hasta ahora, el brote se había limitado a regiones rurales y a poblados pequeños (los más frecuentes en Kivu). Fue precisamente allí, en Butembo, epicentro de la epidemia, donde el sacerdote fallecido en Goma contrajo el virus. Fue diagnosticado a su llegada a la urbe, y enviado con prontitud de vuelta a Butembo, donde los principales especialistas están tratando a los pacientes infectados. Murió antes de partir, lo que ha llevado a la OMS a declarar el estado de alarma.

Consecuencias. No es la primera víctima por ébola en el Congo. En el último año se han registrado más de 1.600 fallecimientos. Pero sí tiene la capacidad de ser la más devastadora. Ciudad portuaria, Goma ejerce de puerto y punto de encuentro entre las diversas gentes que habitan los alrededores del Lago Kivu. Hasta este año, todas las víctimas vivían en la República Democrática del Congo. Durante los últimos meses ya se han registrado tres muertos en Uganda.

Ahora, la delicada posición de Goma podría contagiar el virus a Ruanda. La OMS lo da virtualmente por hecho, dada la escasez de medios.

Infraestructuras. La situación es similar a la de África Occidental hace tres años. La vacuna contra el ébola es extremadamente eficaz, pero tan sólo se han repartido 160.000 dosis. Hay una carencia de personal para llegar a los pueblos más remotos, y muchos locales desisten de ir a su centro médico, cuando no se muestran hostiles a la interacción con médicos o enfermeros extranjeros. El clima de permanente violencia, riesgo y conflicto bélico provoca que la inmunización sea mínima.

La OMS denunció en enero el ataque a más de 42 instalaciones médicas. 85 trabajadores fueron heridos o asesinados en 2018. La situación ha provocado que muchos puestos se hayan desmantelado.

Riesgos. Así, un simple pastor de viaje entre el interior congoleño y las ciudades portuarias pone al pie del abismo a una región que, en 2019, observó una aceleración drástica de contagios. Se tardó 224 días en alcanzar los 1.000 infectados, pero tan sólo 71 en llegar a los 2.000. La inestabilidad crónica de la República Democrática del Congo, un país de más de 78 millones de habitantes, y su proximidad al Rift, densamente poblado, colocan a África a los pies de otra epidemia.

Imagen: World Bank

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