Selfie frente a una barricada en llamas: los disturbios de Barcelona ya son tendencia en Instagram

Selfie Barcelona
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Barcelona, medianoche. Un joven pasea por el centro de la ciudad y se topa con los restos de una hoguera, probablemente causada por el incendio de un contenedor. Saca un cigarrillo de su bolsillo, se agacha, lo enciende y comienza a fumarlo con parsimonia. Su compañero graba la escena. Acto seguido, cambia al modo fotografía y captura un instante que condensa el zeitgeist estético de 2019. Chaval urbano de aire lacónico posa su mirada en el suelo mientras a su alrededor se despliega el caos, entre barricadas en llamas, disturbios y cargas policiales.

Es una estampa como otra cualquiera. Una de las muchas que poblaron Barcelona anoche.

Tercer día. Porque si hubo algo que capturó la atención de las redes sociales en la tercera jornada de protestas por la sentencia del Tribunal Supremo no fueron ni los fuegos artificiales ni el recrudecido carácter de la intervención policial. Fueron decenas de chavales posando frente a los restos del incendio, inmortalizando su momento de gloria a pie de barricada y automóvil en llamas. Ya sea un grupo de chavales posando junto a un contenedor de obra a medio volcar o una pareja haciéndose un selfie frente a un incendio, pasamontañas y estelada mediante, los disturbios de anoche terminaron directamente en Instagram.

Debate. Rebeldes y turistas, todos ellos encontraron en las llamas incandescentes de Barcelona un atrezzo sobre el que desplegar su marca personal. El ejemplo más paradigmático es el de @fitness_mama, una influencer dedicada al universo de la alimentación y el deporte. Su cuidada pose frente a unas vallas ardiendo condensa lo que, para muchos, es una revolución banal, sin consecuencias prácticas, desplegada sobre un arco estético y emocional mucho antes que sobre lo material. No puedes imaginar escenas así en Aleppo, pero sí en Barcelona, porque las protestas no son más que una performance.

¿Es así? No necesariamente. Como hemos visto en alguna ocasión, esta clase de juicios proceden de experiencias y percepciones de "lo normal" o "lo aceptable" distintas. No es que estemos perdiendo la capacidad de disfrutar de las cosas importantes cuando grabamos nuestras vacaciones en vídeo, como tampoco se trata de que los manifestantes de Barcelona estén priorizando la mercadotecnia en redes sociales, el acto presencial, frente a la gravedad de su causa. Al igual que en las selfies de Auschwitz o del Monumento al Holocausto en Berlín, la función de la fotografía o del teléfono puede ser complementaria.

Es decir, tomar una selfie frente a una barricada ardiendo no significa que el significado moral o la gravedad de sus circunstancias desaparezcan de nuestra cabeza. No sustituye nuestra relación con lo que está pasando. No es únicamente postureo.

Compartir. Al fin y al cabo los smartphones lo han transformado todo, incluido el modo en el que disfrutamos o experimentamos nuestras experiencias. Si miles de personas graban con sus móviles un concierto de Rosalía en directo, ¿por qué los manifestantes de Barcelona no habrían de hacer lo propio con sus barricadas? El selfie es una herramienta de documentación, pero también de comunicación y de difusión de una experiencia (buena o mala) con nuestro entorno. Exactamente lo que hacemos a diario con el resto de nuestras vivencias, desde una conferencia hasta la cena en una pizzería.

O planteado de otro modo: ¿qué nos hace pensar que los revolucionarios soviéticos no hubieran hecho lo mismo si hubieran tenido un teléfono a su alcance? Aún más cercano: ¿y un chaval en la arrasada Siria?

Alcance. Selfies al margen, los disturbios volvieron a acaparar la actualidad política. Quim Torra debió emitir una declaración institucional a media noche desmarcando a su gobierno de lo acontecido en las calles. Numerosos coches ardieron y los enfrentamientos entre policía y manifestantes se recrudecieron, incluyendo un atropello en Tarragona. Todos los líderes independentistas han rechazado la violencia y han remarcado el carácter pacífico de la movilización ciudadana. Entre tanto, Barcelona arde. Y es probable que lo haga una noche más. En Instagram y en las calles.

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