Tabarnia: la región ficticia que pone al independentismo frente al espejo de la Ley de Claridad canadiense

Tabarnia: la región ficticia que pone al independentismo frente al espejo de la Ley de Claridad canadiense
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Uno de los argumentos más habituales contra el derecho de autodeterminación de los pueblos rota en torno a sus sujetos. Si Cataluña tiene derecho a autodeterminarse, ¿también lo tiene Tarragona? ¿Y Mataró? ¿Y Cartagena?

El independentismo ha respondido siempre del siguiente modo: no hay ningún grupo político o poblacional exigiendo la autodeterminación de una provincia. La explicación es cierta a nivel práctico, pero resulta ambigua o insuficiente a nivel teórico. En paralelo, el Parlament reconoció en su momento la capacidad del Val d'Aran a autodeterminarse en caso de independencia de Cataluña, lo cual refrendaría lo equitativo del derecho.

Ahora bien, ¿qué sucede cuando el marco teórico de la autodeterminación no se aplica a una comarca con una marcada identidad nacional histórica, como Aran, sino a una región inventada? La respuesta es Tabarnia: una suerte de neo-nación asentada en la costa catalana que abarcaría a la mayoría de comarcas litorales de mayoría unionista y que querría independizarse de Cataluña para seguir siendo parte de España. El giro infinito del procés.

Tabarnia: ¿una broma que ha ido muy lejos?

El origen de Tabarnia hay que buscarlo en la pléyade de grupos anti-secesión esparcidos por la red. El Español recopiló en este reportaje a muchos de ellos. Hasta ahora, el más prominente había sido BCNisnotCat, una vuelta de tuerca al "Cataluña no es España" y fuente inagotable de memes. Otros grupos, como Resistència Catalana-Española, habían realizado alguna acción reivindicativa, pero su halo, conocimiento y encanto no pasaba de ahí.

Tabarnia Bcnisnotcat Mapa Comunidad Barcelona
Mapa de Tabarnia creado por BCNisnotCat.

Tabarnia es la extensión natural de BCNisnotCat, una región ficticia que abarcaría el litoral barcelonés y tarraconense desde el Maresme hasta el Baix Camp. Densamente poblada y corazón económico de Cataluña, sobre Tabarnia se esparcirían los remanentes del cinturón naranja, la periferia urbana y obrera castellanoparlante, y diversas comarcas costeras que constituyen el grueso de los votantes no independentistas.

Como espectro electoral, Tabarnia existía mucho antes de que su nombre se popularizara. Las comarcas de mayoría unionista (el independentismo no incluye todas, dado que sólo cuenta como "unionistas" a los partidos constitucionalistas, excluyendo a En Comú) se han mantenido estables durante los últimos años, del mismo modo que lo han hecho los porcentajes de voto a uno y otro bloque (48% vs. 52%, aproximadamente, tanto en las elecciones de 2015 como en las de 2017).

La consistencia y la frecuencia de la región "unionista" de Cataluña llevó a muchos españolistas a extraer una lectura explosiva: hay una Cataluña independentista, rural y menos dinámica, y hay una Cataluña unionista, urbana y de mayor riqueza. Era cuestión de tiempo que alguien sugiriera un nombre ("Ta" por Tarragona, "Bar" por Barcelona y "nia" por Narnia) y dibujara sus fronteras. El chiste ganó tracción porque era poderoso.

Sin embargo, durante los últimos días el carácter cómico y subversivo de Tabarnia se ha difuminado. De modo que, borradas las fronteras entre la broma y lo serio, diversos políticos y columnistas unionistas han comenzado a compartir enlaces y mapas de la región sin aparente ánimo jocoso. Es el caso de Juan Carlos Girauta, pero también de periodistas como Marhuenda o de nacionalistas españoles como Alfonso Ussía.

Dadas las circunstancias, era cuestión de tiempo que la bola de nieve arrasara en Twitter. En su demencia, Tabarnia fue TT ayer, y el debate en torno al término osciló entre el surrealismo cómico, el planteamiento serio y la estupefacción de los independentistas, arrastrados a la misma posición que hasta hace escasos días protagonizaban los unionistas. Tabarnia había invertido las posiciones: ahora era el soberanismo el que defendía el statu quo territorial... De Cataluña.

Más allá de los datos macroeconómicos y demográficos (la supuesta región genera la mayor parte del PIB catalán, la renta per cápita es muy superior a la del resto de comarcas catalanas y hay un equilibrio robusto entre castellanoparlantes y catalanoparlantes), Tabarnia cayó en gracia entre el unionismo porque servía como espejo deformado y perverso del argumentario independentista. Dicho de otro modo, se adueñaba de la "autodeterminación" para volar el concepto desde dentro.

Tabarnia Libertad Cartel Arran Barcelona
Cartel parodia del empleado por la CUP hace algunos meses. Tabarnia barriendo a Cataluña.

Desde el "Catalunya ens roba" al "la Cataluña subsidiada vive de la Tabarnia trabajadora", pasando por la apropiación consciente de los memes independentistas, Tabarnia se convirtió en el reverso tenebroso del soberanismo. Un hallazgo que iba más allá del humor argumentativo: permitía utilizar el referéndum y el derecho de autodeterminación en contra del referéndum por la independencia, exigiendo derechos particulares a una región hasta la fecha inexistente.

Derechos que, dado el carácter arbitrario de la auodeterminación, eran innegables desde el independentismo.

Las posibilidades reales de una Tabarnia futura

Así, Tabarnia (ya sea como meme o como idea política seria, con sus mapas, eslóganes y banderas) doblaba la petición de un referéndum de autodeterminación en Cataluña: si se avanzaba hacia la independencia a través de uno, otro debería permitir a los ¿tabarnienses? decidir si se mantenían dentro de la República Catalana o se adscribían al estado español como nueva comunidad autónoma.

Y dado que lo que empezó siendo una broma parece encaminarse hacia una propuesta política concreta, ¿cómo de factible es la Tabarnia del futuro?

Lo primero que hay que tener en cuenta es que Tabarnia le hace un flaco favor al unionismo porque acepta una de las premisas clásicas del independentismo: que cada pueblo debe elegir su sino en un referéndum. Blandiendo la bandera de Tabarnia, el anti-independentismo está comprando a lo que siempre se ha opuesto. Al igual que cuesta encontrar argumentos contra Tabarnia desde el secesionismo, es imposible negar un referéndum de independencia a Cataluña desde "Tabarnia".

Aceptado esto, lo cierto es que hay varios modos en los que Tabarnia podría concretarse en algo tangible. El primero de ellos reside en la propia constitución: está contemplado que el Congreso acepte la creación de nuevas comunidades autónomas. Sucedió poco después de la caída del franquismo: Castilla-La Mancha se desprendió de Madrid, que conformó una nueva entidad territorial, y Albacete se unió a Castilla-La Mancha, desgajándose de su tradicional unión con Murcia.

Mapas Estadisticos De Cataluna
Algunas de las diferencias blandidas por BCNisnotCat para argumentar la existencia de Tabarnia.

No está claro hasta qué punto el Congreso podría hacer lo propio con Cataluña, dividiendo la actual comunidad autónoma en dos entidades. La CE habla de "provincias limítrofes" y de "provincias con entidad regional histórica" que pueden acceder al autogobierno. Tabarnia no entra en ninguna categoría. Además, tal prerrogativa chocaría con lo dispuesto en el Estatut. Es una cuestión que ningún partido político unionista se ha planteado hasta la fecha. La existencia de "Tabarnia", por tanto, quedaría hipotecada a una hipotética Cataluña independiente.

Una versión previa del artículo afirmaba erróneamente que la Ley de Claridad permitía de forma clara la divisibilidad de la provincia de Québec en caso de independencia. A partir de aquí, el texto ha sido ha sido corregido.

¿Algún referente válido una vez allí? En cierto modo, Québec.

Cuando el gobierno federal canadiense y el quebequés discutieron la célebre Ley de Claridad, la norma que permite a Québec independizarse de Canadá mediante un referéndum claro y una mayoría cualificada, lo hicieron en torno diversos asuntos de alta polémica. Uno de ellos ganó tracción entre el federalismo: si Canadá podía ser fraccionada, Québec también podía serlo. Es decir, el mismo principio de secesión podía aplicarse a ambas naciones.

Tal idea ha supuesto un quebradero de cabeza para el nacionalismo quebequés desde entonces, en especial por la presencia de Primeras Naciones, los pobladores nativos de Canadá a los que la constitución del país les otorga un estatus especial. En 1997, según relataba The Economist, diversos municipios quebequeses pasaron resoluciones en las que reafirmaban su pertenencia a Canadá al margen de lo que decidiera Québec. Abrían el melón de la partición.

La idea de una "partición" de Québec no está en la Ley de Claridad, pero sí ha sido objeto de debate desde su aprobación

En parte, el artífice del argumento y de la ley fue Stéphane Dion, Ministro de Asuntos Intergubernamentales y federalista convencido. Sus preguntas al Tribunal Supremo sobre la materia en 1997 se saldaron posteriormente con la Ley de Claridad (se puede leer aquí). En ambos casos, la doctrina final fue ambigua: antes de permitir la secesión de Québec, tras un referéndum con una mayoría clara, el gobierno federal debía discutir y zanjar "cualquier cambio en las fronteras de la provincia".

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La "partición" de Québec ha sido debatida durante décadas, en especial por los derechos adquiridos de las poblaciones aborígenes. El mapa muestra un Québec reducido (en azul).

Este "cualquier cambio" venía precedido de una explícita referencia a los derechos de los pueblos aborígenes, que han sido muy vocales al respecto. La Ley de Claridad abría la posibilidad de redibujar las fronteras de Québec: la solución podría pasar por cambiarlas o no, como se explica en este texto, pero debía debatirse. Para el nacionalismo quebequés, la sugerencia tornó en amenaza. Tanto que pasó su propia ley provincial poco después en la que blindaba sus fronteras a cualquier cambio.

La Ley de Claridad habilitaba a Québec a una consulta sancionada, pero al mismo tiempo la condenaba a un marco reglado y a unas condiciones abiertas para alcanzar la independencia. La legislación, en todo caso, no asumía un automatismo. Dejaba a negociación posterior qué hacer con los territorios de las Primeras Naciones o con otros puntos de Québec que pudieran entrar en disputa (cuyos derechos podrían quedar protegidos o mediante la partición o mediante otras medidas, dentro de Québec).

Aquella solución abrió un marco a futuro donde tanto Canadá como Québec tendrían que negociarlo todo. El independentismo quebequés obtuvo su derecho legítimo a la secesión dentro del marco legal, al mismo tiempo que Canadá encauzó la cuestión anteponiendo sus condiciones, entre ellas la negociación de las fronteras de Québec. La Ley de Claridad ha sido uno de los espejos más recurrentes planteados desde la España no independentista, pero sí simpática a un referéndum en Cataluña.

Si el estado español llegara a un punto de acuerdo con las fuerzas independentistas, hoy remoto, es probable que viviéramos algo similar a una Ley de Claridad. Una negociación en la que, para ganar, ambas facciones perdieran algo. Siguiendo el ejemplo canadiense, España podría aceptar su posible fraccionamiento, al mismo tiempo que Cataluña asumiría un umbral cualificado para la independencia (<50%) y, quizá, una negociación abierta sobre sus fronteras. Sólo así Tabarnia podría ser algo más que un chiste digital.

Tal escenario es ahora mismo lejano, en todo caso. En la historia reciente de Europa, sólo una región ficticia ha logrado generar tracción suficiente como para accionarse políticamente (la Padania de la Lega Norte). Sus otros referentes (Srpska, Herzeg-Bosnia y el Ulster) son mucho más oscuros. Tabarnia puede ser factible. Pero también muy, muy improbable.

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