¿Trabajar cuatro días a la semana? En Escocia y Reino Unido ya lo están debatiendo en serio

cuatro horas
Sin comentarios Facebook Twitter Flipboard E-mail

Hay pocas verdades más universales que la semana laboral de cinco días. Desde que fuera introducida a principios del siglo XX ha venido a definir la relación de casi todos los trabajadores con su puesto laboral. Eso, como muchos otros aspectos del trabajo, podría estar a punto de cambiar. La causa por una semana laboral de cuatro días cotiza al alza, y países como Escocia, y Reino Unido en general, ya lo debaten.

¿Quién? Dos nombres: el Partido Nacional Escocés (SNP) y John McDonnell. El primero gobierna Escocia y debatirá el próximo mes la inclusión de los cuatro días en su programa electoral. El segundo es el Ministro de Economía en la sombra para el Partido Laborista y un abierto defensor de la medida. El encargo de un estudio sobre su viabilidad económica manifiesta su validez en la esfera política. Es una discusión real.

Las empresas. También en la esfera empresarial. The Guardian revela hoy que un amplio abanico de compañías británicas ya debate la aplicación de la semana corta. Destaca Wellcome Trust, fundación dedicada a la investigación biomédica con más de 800 trabajadores. El consejo de sindicatos británicos lleva cierto tiempo promoviendo la medida. Por el momento tan sólo hay pruebas, y a pequeña escala.

¿Por qué? Sus defensores alegan un aumento de la productividad entre los trabajadores. Sabemos que la sobrecarga de trabajo lastra su rendimiento, que la tendencia en la mayor parte de países es de reducir carga, y que no hay relación entre mayor volumen de horas y mayor productividad. El experimento sobre el terreno más citado es el de una empresa neozelandesa, Perpetual Guardian, el año pasado. Resultados:

  • El volumen de empelados satisfechos con su conciliación de la vida familiar y personal aumentó en un 24%.
  • El estrés laboral se redujo un 7% en toda la plantilla.
  • La satisfacción con su trabajo aumentó un 5%.

¿Funciona? No está tan claro. Algunos empleados sufrieron repuntes de estrés durante periodos laborales más cargados, llegando a romper las reglas del experimento para lidiar con el volumen extra de tareas. La productividad y la calidad del trabajo no cayó pese a la reducción de un día semanal, pero tampoco registró aumentos significativos. En general, eso sí, hizo a los trabajadores más felices.

Es una percepción. No todos los estudios juzgan positivos los cuatro días para la salud del empleado. Otra lectura clave: la jornada de cuatro días puede no funcionar para todas las empresas y empleos. Evaluar su impacto depende mucho del contexto de cada sector.

Sostenibilidad. Sus defensores aducen otros argumentos. Por un lado, el medioambiental: concentrar el trabajo en cuatro días permite ahorrar en la factura de la luz y en las emisiones generadas por el transporte diario de los trabajadores. También se adecuaría bien a los retos planteados por la automatización y la hipotética carestía de demanda laboral en el futuro. Racionaría el trabajo existente.

El magma. El ruido es global. La empresa alemana IG Metall introdujo el año pasado la semana laboral de 28 horas, un hito. El debate se extiende a las escuelas, donde sus efectos en el ahorro económico y en el rendimiento académico no son claros. La discusión es, además, contraintuitiva en determinadas industrias, como la tecnológica, donde se sigue laudando el sobretrabajo como forma de alcanzar el éxito.

Imagen: Venveo/Unsplash

Comentarios cerrados
Inicio