Cómo sería un nuevo confinamiento: de las escuelas a los paseos, qué opciones hay sobre la mesa

Confinamiento Espana
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La sombra de un nuevo confinamiento domiciliario ya ha llegado a España. El Principado de Asturias ha sido la primera comunidad autónoma en solicitarlo al gobierno central. Sanidad ha decidido no concederlo por dos motivos: por un lado, aún no queda recogido por el Estado de Alarma aprobado la semana pasada; por otro, el ministerio desea esperar a la próxima semana para conocer el efecto de las medidas aplicadas durante los últimos días (cierres perimetrales, toque de queda).

Pero la idea ha dejado de ser un tabú. Está sobre la mesa. Diversas informaciones periodísticas apuntan a un "plan B" esbozado ya por el gobierno central en el que se contemplaría un confinamiento de la población similar al de la primavera. Es algo que otros países ya están experimentando. Irlanda fue el primero. Francia le siguió poco después. Y en el plazo de un fin de semana otros países europeos se han ido sumando, desde Reino Unido hasta Bélgica, pasando por Portugal.

¿Pero en qué consistiría exactamente y cómo nos afectaría en el día a día? ¿Se trataría de un cierre total y absoluto de la vida social como el decretado en marzo, cuando millones de españoles quedaron vetados de pisar la calle salvo para actividades esenciales? ¿Implicaría el cierre de los colegios? ¿Qué pasaría con los comercios? ¿Se permitirían las actividades al aire libre? "Confinamiento" es hoy un concepto vacío sobre el que se pueden verter medidas muy dispares y de mayor o menor calado. No implica necesariamente volver al régimen estricto de marzo.

Estas son algunas de las opciones que ya han utilizado otros países y que las autoridades españolas tendrán que definir antes de utilizar el mecanismo de último recurso.

Modelo francés: duro + escuelas

Un esquema muy similar al de marzo con pequeñas salvedades. En lo esencial, ningún francés debe salir del hogar si no es bajo uno de los supuestos excepcionales a los que habilitan las autoridades. Dos de ellos son importantes y suponen un giro respecto a la primavera: las escuelas y los institutos siguen abiertos y se permite acudir al puesto de trabajo siempre y cuando no se pueda realizar de forma telemática.

Paris Confinada París ya está confinada. (Martin Hartmann/Reuters)

Es decir, se cierran los espacios de socialización, no los centros productivos. Bajan la persiana todos los bares y restaurantes, salas, museos o cines, entre otros; pero siguen abiertos los supermercados, las farmacias, los estancos, las gasolineras y otras "tiendas esenciales". También se mantienen abiertos los edificios públicos, así como los lugares de culto (bodas hasta seis invitados, funerales hasta treinta personas). Se puede salir de casa para llevar a los niños al colegio o cuidar de vulnerables.

¿Deporte y actividades al aire libre? Sólo en un radio de un kilómetro a la redonda desde la vivienda. Y durante una hora al día.

Modelo británico: más socialización

Similar rumbo ha tomado Reino Unido. Sus excepciones permiten pequeños espacios de socialización. En lo esencial mimetizan el camino iniciado por Francia: todo el mundo debe quedarse en casa salvo determinadas excepciones, entre las que se incluyen acudir al puesto de trabajo, a la escuela o a la universidad, a la farmacia o al supermercado.

No se permitirán los encuentros sociales en espacios privados (jardines comunales) pero todo británico podrá reunirse con una persona de otro hogar en un espacio público (como parques o playas). También se mantienen las "burbujas de apoyo", círculos de socialización habilitados a adultos solteros o padres solteros con hijos menores de edad. Todos ellos disponen de una burbuja de contactos "físicos" extendida a un segundo hogar o a una segunda familia, a quienes podrán visitar.

Bares, restaurantes y otros espacios de socialización públicos quedan cerrados, así como todos los comercios. Se permite el ejercicio al aire libre sin limitaciones geográficas o de horarios. A nivel económico es igual de agresivo que el francés, pero es más flexible en lo social.

Modelo irlandés: un radio de 5 kilómetros

Irlanda se convirtió el pasado 19 de octubre en el primer país europeo en regresar al confinamiento. Su esquema es interesante por ello mismo, y porque ha servido de espejo para el puñado de países que le ha seguido semanas después. En esencia, contiene las mismas restricciones y excepciones que el modelo británico. Se trata de un confinamiento estricto pero con cierta tolerancia a las reuniones sociales.

Siguen vigentes las "burbujas de apoyo" para las personas en situación de potencial aislamiento social, y todo irlandés podrá reunirse con al menos una persona fuera de su núcleo familiar al aire libre. Irlanda ha introducido una idea interesante: la libertad de movimientos está firmemente limitada sólo a partir de un radio de 5 kilómetros desde la propia vivienda. Dentro de él se puede salir a pasear o a hacer ejercicio siempre que se desee. Más allá de este umbral, se necesita una razón justificada.

Belgica El confinamiento también ha vuelto a Bélgica. (Francois Lenoir/Reuters)

¿Cuáles? Acudir al puesto de trabajo, a cuidar a terceros, a la escuela o a comprar elementos "esenciales". Esto último ha generado confusión entre los irlandeses. La comida es esencial, pero la ropa no. Se da la casualidad de que algunas grandes superficies venden tanto comida como ropa, lo que ha motivado la protesta de comerciantes minoristas obligados a cerrar. El gobierno lo ha resuelto obligando a Tesco o Aldi a cerrar sus secciones de productos no esenciales, manteniendo abiertas el resto.

El listado de comercios "esenciales" es este. Gimnasios, bares, restaurantes y el largo etcétera habitual que conocemos estarán cerrados. Bancos, lavanderías, oficinas de correos y tiendas que provean de equipamientos y productos esenciales para el trabajo siguen abiertos.

Modelo alemán: cierre comercial

El segundo confinamiento menos agresivo, dado que no se impide salir al exterior, sino que se limitan las actividades disponibles una vez en él. Alemania ha cerrado bares y restaurantes, aunque podrán seguir tramitando pedidos a domicilio; ha cancelado los grandes eventos; "desaconseja" viajar de forma innecesaria; obliga al teletrabajo siempre que sea posible; y cierra cines, teatros, gimnasios y piscinas.

¿Qué se puede hacer? Todo lo demás. Se permite el ejercicio en el exterior y no se imponen limitaciones a las salidas ni a su radio de acción. También se permiten ciertas reuniones sociales siempre y cuando sean al aire libre, de hasta un máximo de diez personas y de hasta un máximo de dos personas por núcleo familiar. Las tiendas siguen abiertas, en una nota que contrasta con el resto de confinamientos. Eso sí, sólo puede haber un cliente por metro cuadrado. Iglesias y escuelas, abiertas.

No es tanto un confinamiento domiciliario como social, y tampoco extremo. Un híbrido entre el modelo francés y las restricciones actuales de España. Austria ha adoptado un camino similar, manteniendo abiertas incluso las peluquerías y añadiendo un toque de queda.

Modelo portugués: flexible en lo geográfico

La particularidad de Portugal, cuyo nuevo confinamiento entra en vigor esta noche y se prolonga durante apenas dos semanas, no reside tanto en las medidas (muy similares a las de Francia o Reino Unido) como en la escala geográfica de las mismas. Sólo aplican al 70% de la población, 121 municipios donde residen unos 7 millones de portugueses. Una gradualidad que no existió en Europa en ningún momento durante la primavera, y que ajusta en función de las particularidades demográficas.

Para todo lo demás, el recetario habitual: escuelas y tiendas esenciales abiertas, pero salidas limitadas a actividades "esenciales", restaurantes y otras tiendas comerciales cerradas, y teletrabajo obligatorio siempre que sea posible. Eso sí, son medidas sujetas a la incidencia acumulada en el municipio, superior a los 240 casos por cada 100.000 habitantes en las últimas dos semanas.

¿Y el modelo español?

Como se aprecia, no hay un confinamiento domiciliario, sino distintas medidas y escalas en función de las prioridades y de las necesidades de cada país. Tres grandes líneas generales en la aplicación de los nuevos confinamientos allá donde ya se han aprobado: los colegios y los principales centros educativos siguen abiertos; el teletrabajo se incentiva pero se permite acudir al puesto de trabajo cuando no es posible; las salidas se regulan entre lo estricto (Francia) y lo nulo (Alemania).

Son tres medidas que contrastan con lo radical del confinamiento español durante los meses de marzo y abril, con un cierre total de la vida social y en el exterior de la vivienda. Por eso hablar de un "nuevo confinamiento" obliga a plantearnos numerosas preguntas: ¿en todo el país y para todo el mundo bajo las mismas condiciones, es decir, sufrirá el mismo destino un pueblo del Pirineo que Madrid? ¿Con o sin escuelas? ¿Con o sin deporte al aire libre? ¿Con un radio de acción delimitado? ¿Con franjas horarias o con plena libertad? ¿Con contactos sociales limitados?

España debe decidir si camina hacia un confinamiento domiciliario duro, más próximo al aprobado por el gobierno francés, o hacia un cierre comercial similar al planteado por Austria. Y en ambos casos, debe responderse a preguntas que quedaron irresueltas en marzo, como qué se puede o qué no se puede hacer al aire libre (y cuándo y con quién y bajo qué perímetro) o qué es esencial y qué no.

De todo ello dependerá no sólo la efectividad de las medidas, sino la receptividad de los españoles a las mismas.

Imagen: Sergio R Moreno/GTRES

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