Limpiar la arena de la calima es mucho más complicado de lo que parece: estos son los trucos

Calima
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España se ha vuelto naranja. Literalmente. Desde hace tres días, la península ha quedado cubierta de un fino polvo que ha empeorado de forma notable la calidad del aire y ha "sepultado" de arena rojiza suelos, terrazas, coches, y demás superficies. En Xataka hemos contado todo lo relacionado con el fenómeno y sus causas.

La calima es en realidad la suspensión de pequeñas partículas en la atmósfera y puede originarse por una tormenta de polvo o arena proveniente del Sáhara como ha provocado en España la borrasca Celia. Tras su paso todo queda cubierto de ese fino polvo anaranjado y no hay más remedio que limpiar los espacios exteriores para eliminarlo. Basta decir que incluso el MIT tiene técnicas para limpiar la calima de las grandes granjas solares sin gastar litros de agua.

Soluciones mucho más techies que las que podría usar un ciudadano de a pie, pero que ilustran bien por qué es tan complicado limpiar este tipo de material. Además, hay que tener en cuenta que a todo esto se le une un cóctel explosivo, la mezcla de la arena con las precipitaciones, que ha creado una lluvia de barro que ha caído sobre las calles de decenas de ciudades españolas complicando aún más la limpieza.

Lo primero que hay que hacer es tomar precauciones para la salud. El polvo en suspensión puede provocar problemas respiratorios e irritación de las mucosas. Por este motivo, resulta fundamental que las labores de limpieza se realicen con mascarilla y gafas de protección, si es posible. Además, si la tormenta aún no ha llegado a tu ciudad, lo primero es asegurarse de que el polvo no va a entrar en la vivienda. Para ello, comprueba que las ventanas y puertas están convenientemente cerradas al igual que es aconsejable instalar burletes o protecciones bajo la puerta.

En el caso del mobiliario exterior, es recomendable taparlo con lonas o plásticos protectores para cubrir muebles. Colocar pinzas de sujeción o fijar la lona al suelo, en forma de aislante, con cinta americana para evitar que el polvo se cuele por debajo o el mismo plástico salga volando. Y, por su puesto, si tienes toldo, deberás plegarlo para evitar que se ensucie.

En casa y exteriores

Para limpiar los cristales de las ventanas emplea agua caliente con un chorro de amoniaco y unas gotas de lavavajillas. Comienza por la parte más alta y frota con un trapo de microfibra para evitar arañar la superficie. En el caso de tener que limpiar el suelo del balcón o terraza, conviene evitar el uso de aspiradores, ya que la arena puede llegar a estropearlos. En su lugar, se recomienda retirar todos los objetos y fregar el suelo las veces que sean necesarias con agua o vinagre blanco.

Para limpiar el mobiliario no hay que eliminar el polvo directamente pasando un trapo ya que, por muy finas que sean, las partículas pueden arañar las superficies. La mejor opción será emplear una pistola de agua a presión o una manguera para rociarlo con abundante agua.

Limpiar tu coche sin estropearlo más

Durante estos días te habrás percatado que todos los vehículos aparcados en el exterior han sido víctimas directas de la tormenta de polvo. Y no hay que olvidar que un coche sucio es menos visible, los cristales cubiertos dificultan que el conductor vea bien, y los faros iluminan menos.

En primer lugar hay que tener cuidado con los cepillos para no rayar la carrocería. El polvo, la arena y el barro también puede afectar a la vida útil de los filtros de los vehículos. De entrada, los expertos recomiendan no dejar estas partículas areniscas sobre los vehículos demasiado tiempo, con el fin de evitar que se adhieran y sea más difícil retirarlas. Es decir, lavar cuanto antes los coches tras este episodio de calima.

Lo mejor es retirar previamente las partículas de arena con una pistola de aire, aunque no todo el mundo tiene acceso a una. Otra manera más sencilla es retirar la capa de polvo directamente con agua. Una manguera puede ser un buen aliado, y que arrastre esas micropiedras. Pero hay que tener cuidado con los limpiaparabrisas y no accionarlos nunca si previamente no se ha retirado la capa de arena. Una vez eliminado el grueso de barro y polvo, la carrocería se puede limpiar a mano con esponjas o bayetas de microfibra. Y las llantas con cepillo.

La lluvia de barro no solo afecta al aspecto estético de los coches. El polvo en suspensión puede afectar a otro componente: los filtros. La cantidad de barro puede ensuciarlos y reducir la vida útil tanto del filtro del motor como el que se ocupa de tamizar el aire que llega al habitáculo. En muchas ocasiones no será necesario cambiar los filtros, pero no está de más echarle un vistazo. En algunos casos con un pistoletazo de aire a presión se podrán limpiar en gran medida, y en otros puede darse un deterioro precipitado o que haya que cambiarlos, como se hace en las revisiones del aceite.

Calima

Qué hacen en el MIT contra la calima

La arena y el polvo son uno de los principales agentes que deterioran los paneles solares, un problema que reduce su eficacia si no se limpia correctamente y que esta semana presentan muchas placas en España por culpa de la calima. Un equipo de investigadores del MIT (Instituto de Tecnología de Massachusetts) ha desarrollado una técnica para hacerlo sin gastar litros de agua.

Además de instalarse en algunas casas, la mayoría de paneles solares se encuentran agrupados en grandes extensiones de terreno árido, donde el sol es intenso. En estos desiertos, la arena se acumula encima de las placas poniendo en riesgo su funcionamiento. Según el MIT se puede llegar a gastar al año una cantidad de agua similar a la que consumirían 2 millones de personas para limpiar los paneles con regularidad.

¿El truco? Imantar el polvo. El equipo de investigación del MIT recurre a la repulsión electrostática para evitar usar agua o contacto con las placas. Así consiguen que sean las propias partículas de polvo las que salten a la superficie del dispositivo de limpieza, liberando la superficie del panel. La barra de metal que pasa cerca del panel, en realidad, es un electrodo que aporta carga eléctrica a las partículas. Una vez cargadas, se aplica también electricidad al panel para que las partículas reaccionen y salten por el aire tratando de alejarse de la superficie que antes ensuciaban.

Las placas fotovoltaicas reducen su eficiencia en un 30% solo con la acumulación por polvo tras un mes sin limpieza. Los investigadores calcularon una reducción del 1% de la energía, lo que supone una pérdida de 180.000 euros en ingresos anuales.

Para evitar esa consecuencia, las instalaciones dependen de agua para mantenerse en buen estado. El agua debe transportarse a grandes distancias y debe ser muy pura para no dejar depósitos. Si no se usa este método se acaba recurriendo a una gran cantidad de personal que mantenga limpias las placas. Sin el agua, otras formas de limpieza suelen producir arañazos que acaban acelerando el deterioro de los paneles.

Imagen: Manu Fernandez (GTRES)

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