El síndrome de "querer desaparecer": cada vez más gente fantasea con escapar y dejarlo todo

hombre pensando
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A veces, cuando la vida se pone difícil, un inevitable pensamiento de querer desaparecer aparece en nuestras cabezas. El deseo de dejarlo todo atrás, incluidos esos problemas que nos quitan el sueño, esa marea de obstáculos que no nos permiten llegar a nuestras metas. Si estás deprimido, es posible que sientas que no puedes hacer nada bien y fantasear con desaparecer antes de estropear tu vida aún más es un recurso común. Es demasiado tentador: ni siquiera deberías explicarle nada a nadie, no tendrías que lidiar con el idiota de tu jefe ni con los platos del fregadero.

No se trata tanto de irse de vacaciones o de morir, sino de huir de situaciones agobiantes o problemas futuros. Si lo has sentido, no estás solo.

Quiero desaparecer (pero no para siempre). Este estado de ánimo afecta a muchas personas. Se trata de una distorsión del pensamiento de que huir resolverá todos tus problemas y reconforta momentáneamente imaginar que tienes la opción de escapar de ellos. También la vergüenza o haberse equivocado implica una sensación incómoda de exposición que lleva a querer desaparecer. Y todo viene acompañado de una respuesta fisiológica que contribuye a la desconexión y el retraimiento del comportamiento.

Las personas que no pueden superar esa sensación suelen caer en depresión, ansiedad u otras enfermedades mentales.

"Lo dejo todo y me monto un huerto". ¿Quién no ha soñado con romper los esquemas de una vida cuadriculada y rutinaria? ¿Quién no ha llegado a ansiar una vida simple, sea cultivando un huerto o yéndose a la playa a montar un chiringuito?. Tal y como explicaba la psiquiatra de SINEWS Orlanda Varela en este artículo de Traveler, "nuestra rutina no tiene espacio para activar el modo disfrute. Todo esto nos ahoga y nos empuja a una rebelión: volver a lo básico, a la felicidad menos artificiosa ya que en el fondo somos prisioneros de cosas superfluas".

¿Por qué? Diversos estudios señalan que el cerebro humano está diseñado para responder al estrés de cuatro formas básicas: luchar, congelarse, adular o huir. La respuesta de lucha implica enfrentar agresivamente las amenazas percibidas. La de congelación utiliza la quietud para evitar el peligro o hace que las personas sean incapaces de actuar contra él. La del adulamiento busca complacer a otra persona para evitar conflictos. Y la respuesta de huida te lleva a correr de una situación amenazante.

"Es esta última, la fantasía de escapar, el mecanismo común que alivia superficialmente cierta presión por estrés", explicaba la psicóloga clínica Therese Mascardo en este otro artículo de VICE. Eso significa que huir es simplemente una de las formas en que las personas responden cuando su vida se pone difícil. Algo integrado en nuestros instintos de supervivencia.

¿Qué sucede en realidad? Que este sentimiento es muchas veces una indicación de que algo en la vida de alguien no funciona correctamente y podría necesitar cuidado y atención. Las personas que dicen que quieren desaparecer en realidad pueden estar diciendo: me siento solo y necesito amor, me siento triste y necesito consuelo, siento vergüenza y necesito saber que soy normal, estoy cansado y necesito descansar, o me siento perdido y necesito un sentido para vivir.

Soluciones. Tal y como recomiendan diversos expertos psicólogos, una buena manera de empezar es conseguir algo de espacio: en situaciones estresantes, alejarse y tomar cierta distancia por un tiempo puede ayudar a reducir la sensación de estar agobiado e indefenso. También descansar: aunque la rutina no nos lo permita, hay que descansar para prosperar. Las siestas, las vacaciones y pasar tiempo no estructurado pueden brindar mejor productividad a largo plazo.

Reír, jugar y moverse es el mejor antídoto: hacer actividades que nos impliquen eso ayuda a calmar la ansiedad. Los beneficios del movimiento no se limitan a la pérdida de peso, hacer ejercicio o andar es bueno para reducir el estrés. Y por último, otra cosa que la gente puede hacer ante el deseo de desaparecer es enfrentarse al problema de frente. Es decir, identificar y abordar directamente eso que te lleva a querer "desaparecer".

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