Por mucho que Vigo presuma de utilizar luces led, su iluminación navideña no es sostenible

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España es el país de Europa que más gasta en iluminación por habitante y que, por ende, más contribuye a la contaminación lumínica que afecta a insectos como los polinizadores. En medio de este contexto, ciudades como Vigo multiplican su alumbrado sacando pecho del uso de luces led, sin darse cuenta de que utilizar bajo consumo no convierte su despilfarro en algo beneficioso para el planeta.

Iluminación navideña. "Nueve millones de luces led" es una de las frases más repetidas y parodiadas a la hora de hablar del alumbrado navideño de Vigo. La propuesta y el discurso hiperiluminado de Abel Caballero está derivando en que otras ciudades como Madrid se contagien del espíritu derrochador e incrementen su gasto un 27%. Para hacernos una idea, en 2004, Madrid era la ciudad de España que más invertía en esta partida y lo hacía repartiendo 2 millones de luces entre 80 calles, algo que en parte es comprensible porque por aquel entonces se utilizaban bombillas de incandescencia, una iluminación que gastaba más y que, por ende, empleaba un menor número de bombillas.

Aun así, a pesar de que hoy se utilicen luces led, la cantidad de las mismas ha ido en aumento de forma paralela a la partida presupuestaria. En 2017, Vigo ya utilizaba seis millones de bombillas y cuya instalación costó 636.000 euros. Este 2019 las luces han aumentado en tres millones, cerrando un gasto por encima del millón y medio de euros.

¿Es sostenible? No mucho. La energía utilizada no procede en su totalidad de fuentes renovables. Según datos de Red Eléctrica consultados por nuestros compañeros de Xataka, en 2018, entre diciembre y enero, solo se inyectó un 35% de energía procedente de renovables y un 21% de generación nuclear, lo que significa que el 44% de la energía restante llegaba centrales de combustión. Es decir, casi la mitad de la energía que consumen las luces navideñas proviene de la quema de combustibles fósiles que sí emiten CO2 a la atmósfera y contribuyen a aumentar el efecto invernadero.

Sobreiluminados. España es el segundo foco de contaminación lumínica de Europa, solo por detrás de Italia. Sin embargo, en lo que se refiere al gasto en iluminación por habitante nuestro país toma la delantera al invertir casi lo mismo que Italia, teniendo 14 millones de habitantes menos. Según esta investigación de la Universidad Complutense, en base a datos de 2015, España gastó 955 millones de euros en alumbrado e Italia 987 millones. Para hacernos una idea, en 2011, España ya lideraba el ámbito de la iluminación, gastando 116 kilovatios/hora por año y habitante, frente a los 43 kilovatios/hora que gastaba Alemania.

Perjudicial para el ecosistema. A pesar que las luces led son más eficientes que las bombillas tradicionales, el problema reside en la iluminación en sí misma, a través de la cual las luces blancas y azules perjudican a insectos y aves. De hecho, una investigación publicada por Nature recientemente, evidencia cómo el exceso de iluminación está provocando un descenso en la cantidad de polinizadores: la presencia de estos insectos disminuyó un 62% en las zonas donde las plantas estaban iluminadas, mientras que en las zonas oscuras no se observó un menor número de apariciones.

Consecuencias neurológicas. Que las zonas iluminadas estén creciendo a un ritmo de un 2,2% cada año en todo el mundo también afecta a los seres humanos y, más concretamente, a los procesos circadianos. Las luces azules presentes en las calles (sobre todo en fechas como Navidad) tienen un efecto negativo en la conciliación del sueño. Este tipo de longitud de onda tiene la capacidad de inhibir la producción de melatonina o, lo que es lo mismo, la hormona que secreta nuestro cerebro para inducir el sueño.

Imagen: Flickr

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