Transformar el CO2 del aire en piedras: así quiere una empresa solucionar el cambio climático

La fábrica en Islandia de CarbFix y un sedimento inyectado con CO2.
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El calentamiento global es una de las amenazas de nuestro tiempo. Las probabilidades de que en menos un año se supere el valor de referencia de 1,5ºC —objetivo límite del Acuerdo del Clima de París— es del 20%, según la Organización Meteorológica Mundial (OMM). El mayor impulsor de ese calentamiento global es el CO2 y está ligado fundamentalmente a la quema de los combustibles fósiles: el carbón, el petróleo y el gas.

Pero ¿y si lográramos extraer ese dióxido de carbono del aire de alguna manera? O mejor, extraerlo y almacenarlo para otras funciones beneficiosas, como por ejemplo, convertirlo en piedra. Una StartUp islandesa ya lo está haciendo y podría suponer un cambio radical para frenar el cambio climático.

Cómo funciona. Carbfix, con sede en Reykjavik, está abordando una pieza clave del rompecabezas del cambio climático al convertir el dióxido de carbono en rocas, lo que permite que el gas de efecto invernadero se almacene para siempre en lugar de escapar a la atmósfera y atrapar el calor. ¿Cómo? Se captura y se disuelve el CO2 en agua, luego se inyecta en el suelo donde se convierte en piedra en menos de dos años.

Y es una tecnología fácilmente accesible y escalable: es barata, económica y respetuosa con el medio ambiente. "Básicamente, estamos haciendo lo mismo que la naturaleza ha estado haciendo durante millones de años, por lo que estamos ayudando a que la naturaleza se ayude a sí misma", dicen los responsables de la compañía.

¿Dónde lo meten? Durante este proceso se almacena en formaciones geológicas profundas: el CO2 se convierte en una forma líquida a alta presión conocida como CO2 supercrítico. Es decir, se inyecta directamente en rocas sedimentarias en depósitos de petróleo y gas agotados y lechos de carbón, o en formaciones salinas.

La tecnología detrás. Hasta el momento, estas tecnologías en auge pueden funcionar de dos formas. La primera es más básica: se llama "captura de carbono", donde el gas queda atrapado en las chimeneas de las fábricas y centrales eléctricas antes de escapar a la atmósfera. La segunda, más desafiante, es la "eliminación de carbono", es decir, la extracción de CO2 del aire que nos rodea. La captura de carbono puede reducir a cero las emisiones de una empresa o gobierno, mientras que la eliminación de carbono puede ayudar a compensar sus emisiones, o incluso hacer que su impacto sea negativo, al eliminarse más CO₂ del aire del que se produce.

En el caso islandés, se están haciendo ambas cosas. La planta de energía geotérmica Hellisheidi ya captura las emisiones de carbono a medida que se liberan y su asociada, la startup suiza Climeworks AG, construye máquinas para capturar el CO₂ directamente del aire. Si bien las plantas geotérmicas ya están clasificadas como energía renovable, producen una pequeña fracción del CO₂ que generaría una instalación de gas natural.

No es del todo caro. Económicamente, esta práctica es más barata que comprar créditos de carbono, según la empresa. Este tipo de créditos se usan para hacer más fácil el cálculo de la cantidad de gases que se liberan en el aire y compensar su emisión. Es decir, dan un valor monetario a los costes de la polución del aire, y de este modo generan un mercado que ayuda a  reducir las emisiones. El proceso de extraer el CO2 de las chimeneas de las fábricas cuesta alrededor de 20 euros por tonelada, en comparación con el precio actual de alrededor de 40 euros por tonelada en el Sistema de Comercio de Emisiones de la UE, la herramienta política clave del bloque para reducir las emisiones.

Eso sí, capturar el CO2 del aire directamente es mucho más caro. Según la web de Climeworks, cuesta alrededor de 1.000 euros la tonelada. Los compradores a granel pueden conseguirlos más baratos. En una entrevista, Bill Gates, quien lleva tiempo metido en proyectos como este decía: "Compré su capacidad y obtuve un descuento por volumen. Creo que puede ser de 500 euros la tonelada".

Bill Gates y otros inversores lo saben bien. El Régimen de Comercio de Derechos de Emisión de la Unión Europea se creó antes de que la captura directa de aire se convirtiera en una tecnología viable y actualmente no acepta créditos por captura directa de aire. Sin embargo, un número creciente de analistas dice que tales compensaciones deberán convertirse en parte del programa para garantizar que Europa cumpla con su objetivo del Acuerdo Verde de convertirse en climáticamente neutra para 2050.

Esa es una de las razones por las que Gates y Microsoft están respaldando  proyectos como el de Climeworks. "La tecnología de captura directa de aire de Climeworks servirá como un componente clave de nuestros esfuerzos de eliminación de carbono", explicaba Elizabeth Willmott, gerente de eliminación de carbono de Microsoft. Elon Musk también anunció el mes pasado que financiará un nuevo Premio de Eliminación de Carbono que distribuirá 85 millones de euros a las mejores innovaciones tecnológicas durante cuatro años, entre ellas Carbfix.

El futuro está en una roca. Tal puede ser el impacto que la compañía apunta a alcanzar mil millones de toneladas métricas de CO₂ almacenado permanentemente para 2030. El potencial de almacenamiento global usando esta tecnología es mayor que las emisiones de la quema de todos los combustibles fósiles en la tierra, según Carbfix. Y, teóricamente, Europa podría almacenar al menos 4.000 millones de toneladas de CO₂ en rocas, mientras que Estados Unidos podría almacenar al menos 7.500 millones de toneladas en el futuro.

Si las empresas están avanzando en línea recta en este sentido, habrá que esperar a ver cuál es la hoja de ruta de los gobiernos, que ya llegan tarde a un plan posiblemente ganador en la lucha por el planeta.

Imágenes: Carbfix

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