Amazon eligió a Nueva York para colocar a 25.000 trabajadores. Ahora la ciudad ha dicho que no

Long Island Amazon
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Cuatro meses ha durado el romance entre Amazon y Nueva York. La compañía anunció ayer que no seguiría adelante con la construcción de sus segundas oficinas centrales en Long Island. Queens se despide así de 25.000 puestos de trabajo y de un impulso económico por el que una miriada de ciudades estadounidenses habían batallado. ¿Pero qué ha sucedido?

Los políticos. Amazon cita en su comunicado oficial la oposición activa de "un cierto número" de personas. Se refería en gran medida a los políticos demócratas del Senado estatal que han torpedeado el proceso. Uno de ellos,  Michael Gianaris, había accedido a un puesto clave en el engranaje político de Nueva York que le permitía vetar parte de las ayudas fiscales prometidas por el gobernador, Andrew Cuomo (demócrata).

El activismo. Hay más: Gianaris y otros demócratas tanto en la ciudad como en el estado actuaban impulsados por organizaciones sindicales y movimientos de base contrarios a la llegada de Amazon. O más bien, a las condiciones de su llegada: Nueva York había ofrecido 3.000 millones de dólares en incentivos fiscales.

Muchos locales encontraban incoherente ofrecer tamaño regalo a la empresa más rentable del mundo, en especial cuando sus servicios públicos sufrían la ausencia de inversiones estatales. Es un toma y daca habitual entre las ciudades y las empresas. El tamaño de Amazon provocó que la discusión tornara en símbolo.

Las cuentas. Cuomo y sus partidarios respondieron a las críticas con números: es cierto que Nueva York dejaría de ingresar $3.000 millones, pero a cambio ganaría $27.000 en otros impuestos derivados de la actividad económica. Amazon causaría un gran impacto en Queens, pero las cifras del gobernador eran las más optimistas. Otros estudios cifraban el impacto en $13.000 millones... En 13 años.

¿Quién gana? Pese a todo, se sabía que Amazon generaría riqueza. La clave es para quién. Como apuntaba un columnista del Washington Post hace algunos meses, la oposición de las comunidades locales en Queens (barrio post-industrial, deprimido) era lógica. Amazon atraería a trabajadores muy cualificados, con sueldos altos, que elevarían el precio del nivel de vida y muy de la vivienda (que ya estaba subiendo).

En Queens, muchos trabajadores obreros o no cualificados observaban a Amazon no como un maná, sino como más gentrificación.

Otros problemas. El proceso ha estado plagado de problemas y de conflictos éticos. Amazon exigió negociar con la ciudad de Nueva York en secreto, y no se reunió con las comunidades locales para recoger sus opiniones. La cuestión sindical ha sido otro enorme escollo: la empresa manifestó su voluntad de batallar cualquier tipo de sindicación colectiva. Para muchos  líderes locales era inasumible.

El resultado es el conocido: Amazon no construirá sus segundas oficinas centrales en Nueva York (el proceso en Virginia sí sigue adelante). La visión de sus opositores, victoriosos, la resume Gianaris:

 Nueva York se encuentra en una posición única para plantar cara y marcar una línea, porque Amazon no es más grande que Nueva York. Tenemos la capacidad de fijar el tono para el resto de la nación.

Imagen: Commons

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