Masha Ivashintsova, una fotógrafa desconocida que tenía su archivo escondido en el ático de su casa

Masha Ivashintsova, una fotógrafa desconocida que tenía su archivo escondido en el ático de su casa
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Uno de los grandes descubrimientos de los últimos años en la fotografía es la figura de Vivian Maier, una misteriosa mujer que se desveló como una de las mejores fotógrafas de la historia. Desde hace tiempo suena también el nombre de la rusa Masha Ivashintsova como la nueva Maier por tener una historia similar.

El fenómeno Vivian Maier es uno de los acontecimientos fotográficos más importantes que hemos vivido en los últimos años. Es como si en el mundo de la pintura se descubriera a un nuevo Velázquez o un nuevo Cervantes en la literatura. Su obra es inabarcable y ha cambiado los pilares de la historia de la fotografía.

El papel de Masha Ivashintsova puede que no sea tan relevante, pero es una nueva autora que debemos tener en cuenta y que vamos a descubrir. Durante un tiempo sonará como una figura fundamental dentro de la fotografía rusa como Gueorgui Pinkhassov, por ejemplo. Y seguro que se quedará en el olimpo ruso.

La vida y obra de la desconocida Masha Ivashintsova

Se le ha comparado mucho con Vivian Maier por ser una autora desconocida a la que descubren una vez ha fallecido. Pero su vida no es un misterio y tuvo una historia atormentada, víctima del amor y del sistema político que le tocó vivir. Todo le salió mal y encima se juntó con personas infames. Lo único que tuvo fue la fotografía y nunca se sintió con fuerzas para enseñar su trabajo.

Masha Ivashintsova Masha Ivashintsova

Toda su vida salió a la luz cuando su hija descubrió en el ático de su casa las cajas con más de 30.000 negativos sin revelar. Ella murió en el año 2000. Y 17 años después, por culpa de una obras de remodelación, la historia de la fotografía tiene una nueva autora en sus páginas. Y aunque tiene una vida de novela, sus disparos nos obligan a dejar los ojos abiertos.

Nació en 1942, durante una de las décadas más duras de la historia rusa. La fotografía fue su vía de escape desde los 18 años. Perteneció a una familia aristocrática que perdió todo por la revolución bolchevique. Lo único que les quedó fueron los recuerdos y la pasión por la cultura.

Probó con el mundo de la danza, pero entró de lleno en el mundo clandestino de la literatura y la imagen de Leningrado. Allí conoció a sus parejas, a tres hombres que nunca le ayudaron y por los que se sintió tan inferior que nunca se atrevió a enseñar su trabajo previo a la caída del Telón de Acero.

Masha Ivashintsova Masha Ivashintsova

El fotógrafo Boris Smelov, el poeta Viktor Krivulin y el lingüista Melvar Melkumyan se encargaron de hundir el espíritu de nuestra fotógrafa, que nunca luchó por destacar.

Su dura vida sentimental le afectó en lo personal. Y terminó internada en centros psiquiátricos por la política de la URSS. Si no tenías trabajo, tu vida no tenía sentido para ese gobierno y podías terminar en la cárcel o tratada como una enferma mental. Ella eligió este último camino para el final de sus días, que llegaron por culpa de un cáncer terminal.

Su trabajo no se puede separar de su obra. Era una vía de escape con la Leica III que tenía, regalo de una de sus parejas malditas. En blanco y negro en su mayor parte, es la historia de su vida, la forma de contar lo que sentía más allá de las palabras.

No vemos a una persona desesperada, pero si la fotografía es el espejo del alma, observamos a alguien triste que es capaz de escribir versos con la realidad. Puedes entrar o no en su juego. Desde luego no es una autora de 'bestseller', no encaja con un mundo en el que si no tienes muchos likes y no tienes el apoyo de los que mandan, poco puedes hacer si no te gusta bailar el agua a nadie.

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El mundo se la comió, no pudo con su ritmo ni se cruzó con las personas adecuadas. Pero su hija redescubrió el trabajo de su madre. Todavía queda mucho que escanear, revelar e investigar. Puede que gran parte de su trabajo se haya perdido. Y a lo mejor no tiene todos los medios que consiguió el dueño de los negativos de Maier, ni el aura misteriosa de su figura.

Pero es bueno para todos que se sigan descubriendo archivos perdidos de la memoria fotográfica, que intenten equipararlo con un descubrimiento único, que alguien lo estudie y que se den cuenta de que la fotografía todavía tiene mucho que contar en un mundo digital.

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